Podemos, la renta básica y lo constituyente
Lo decisivo en relación a la RB pasa por pensarla no como punto de llegada sino como un punto de partida, esto es, la RB como arranque de una subversión de las relaciones sociales y de los actores que establecen esas reglas. La RB como punto de partida para la ruptura de régimen, para la liberación de renta, para la reapropiación común de la riqueza, el empoderamiento subjetivo, la escisión constituyente del mando, la producción de nuevas institucionalidades y la creación de comunes. En definitiva, RB para liberarnos de las estructuras de dominación bajo las que vivimos; no para generar un poder de mando, bajo la forma-Estado, más refinado, más perfecto y acabado.
Desde esta perspectiva, profundizar en la crisis de régimen no solo depende de la cantidad de diputados que se obtengan –que también–, sino de la producción de instituciones otras, de generar los comunes que nos empoderen. Y es que pensar una representación –necesaria– subordinada al despliegue de la potencia, a la articulación de la hegemonía, ha sido el límite histórico de la gramática política de la izquierda. La ruptura de régimen pasa, en tanto opción efectiva de cambio, por el reforzamiento no de una autonomía de lo político anclada en una vieja concepción socialdemócrata, sino desde la autonomía de lo social, de la producción de instituciones del común que desafían la dicotomía público/privado. Así, la RB tiene que ser el elemento fundamental de ese dique de contención que tiene que ser Podemos, ese poder constituyente que no se agota en la constitución, que no se autocomplace en la ficción resolutiva.