Los próximos 2 y 3 de julio imparto este curso, “La era de la posverdad”, en la Universitat de Barcelona (UB), en el marco de los ‘Cursos d’estiu Els juliols 2018’. Pincha aquí para ver toda la información del curso (contenidos, horarios, matrícula, etc.).
Sinopsis del curso – La era de la posverdad
Después de la victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales de EE.UU. o del Brexit en Inglaterra, el concepto de ‘posverdad’ parece haberse puesto de moda. De hecho, durante el año 2016 ha sido señalada como la palabra del año.
En cierto sentido no es de extrañar que en una “época de engaño generalizado”, la ‘posverdad’ sea una herramienta eficaz a la hora de crear opinión pública, en donde los hechos objetivos son pálidas formas ante la fuerza de las emociones. La lógica, la opinión de los expertos, la evidencia empírica y los datos factuales, parecen haber perdido todo su valor, frente a las evidencias de la pasión y el instinto. Así, poco importa si las premisas en las que uno afirma su creencia tienen asidero real o no.
La tesis debordiana de la “sociedad del espectáculo” pareciera actualizarse con aún más vigor: si la primera fase de dominación capitalista había implicado una evidente degradación del ser en el tener, la fase presente de la ocupación total de la vida social por los resultados acumulados de la economía y de las relaciones sociales mediatizadas por imágenes conduce a un deslizamiento generalizado del tener al parecer. De modo que poco importa lo que sea sino lo que parece ser.
Podríamos creer que la así llamada sociedad de la información estaría más capacitada para verificar aquello que se le presenta como verdadero, pero el complejo y sofisticado dispositivo multimedial, que tiene la capacidad de convertir en viral determinadas noticias falsas y de construirles previamente su escena, es mucho más complejo de lo que aparenta. No se trata solamente de una crítica al racionalismo y de una reivindicación de nuestras pasiones, sino de una operación que construye un determinado tipo de comunidad: la vida cotidiana sometida al espectáculo es una organización sistemática de la “aniquilación de la facultad del encuentro”.
En la era de la ‘posverdad’ tiene lugar un nuevo modo de manejar la percepción y la creencia de poblaciones a través de diferentes técnicas: mecanismos de fragmentación que emiten mensajes diferenciados, creando una ilusión de singularidad y personalización; algoritmos que determinan lo que aparece o no en las redes sociales; la sobrecarga y aceleración de la información; los rankings de los motores de búsqueda y un largo etcétera.
Sin embargo, no se trata solo de decir que la verdad ha perdido valor, o que es necesario rehabilitar una diferencia estricta entre la realidad y las apariencias, ni tampoco afirmar la sentencia moralista que reduce la problemática afirmando la “irracionalidad de la gente”, sino más bien interrogar qué es esa madeja viviente que se mueve bajo aquello que se nombra como ‘posverdad’, cuál es ese nuevo estatuto de la vedad que está en ciernes. No se trata solo de afirmar que la verdad es falsificada o impugnada, sino preguntarnos por las implicaciones que tiene esta suerte de indiferencia estratégica a la verdad. ¿Qué es aquello que estaría a la base del fenómeno sociopolítico conocido como ‘posverdad’?
En medio de este totum revolutum, no pocos han señalado a diferentes corrientes de pensamiento como justificadoras de la era de la posverdad. Sin embargo, el esfuerzo de la filosofía pasa por comprender los modos en que somos afectados por nuestra manera de percibir y razonar. Si le quitamos el prefijo ‘–post’ al concepto de ‘posverdad’, ¿qué nos queda? El concepto de verdad no es evidente. La posverdad no puede ser sustituida por una verdad que obvie la complejidad de la realidad, lo múltiple, la historicidad de las ideas y la infinidad de miradas. De ahí que se haga imperioso pensar formas de resistir a aquellas consignas que no cesan de afirmar las impotencias del pensamiento y escudriñar cuáles son las potencias de transformación que nuestro presente ofrece.